
El Sevilla ofreció ayer los resultados de las pruebas médicas a las que se sometió Tomas Vaclík. Su lesión no es tan grave como se podría temer. Sólo sufre un esguince del ligamento lateral interno de su rodilla izquierda. De entrada, no es la misma que la que se lesionó en Getafe, penúltimo escenario en el que compareció Bono, que lo sustituyó al descanso tras una fea torsión en una caída del checo, que entonces se lastimó la rodilla derecha y reapareció dos jornadas después, ante el Atlético en el Metropolitano.
En esta ocasión Vaclík tardará más en reaparecer. El parte no especifica periodo de recuperación. "Está pendiente de evolución", dice en esa frase ya habitual que impide fijar una fecha para la vuelta de cualquier lesionado. Pero no está descartado ni mucho menos de aquí al final de la Liga.
El problema es que ésta termina en semana y poco, el domingo 19 de julio, y hay un escasísimo margen para que el ligamento de esa rodilla izquierda recupere su tono. Podría llegar a ese final, aunque antes tendrá su protagonismo Bono.
El internacional marroquí cumplió en el triunfo del Sevilla en el Coliseum Alfonso Pérez Muñoz, sin encajar ningún gol completando aquella segunda parte en la que relevó a Vaclík y en la que el Sevilla selló su buen partido, que lo catapultó entonces al tercer puesto. También jugó el siguiente partido, ante Osasuna en casa, cuando encajó dos goles: un cabezazo a bocajarro de Aridane, tras falta muy bien botada por Roberto Torres, autor a su vez del penalti que supuso el momentáneo 2-2.
En la Liga Europa sí ha jugado más, y es donde ha dejado alguna duda, sobre todo en el juego aéreo, pese a su envergadura: 1,92 metros. De momento, la primera cita será en San Mamés...
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