domingo, 19 de febrero de 2012

Casilla saca de quicioa un Getafe corajudo

Ninguno de los dos mereció sólo un punto. Al Espanyol le quedará la duda de qué hubiese pasado sin el innecesario penalti que tiró por tierra su rentable 0-1. El Getafe lamentará falta de acierto, que no de ocasiones, pues en el último cuarto de hora sometió a tormento a su rival. La razón por la que no marcó más goles tiene nombre y apellido: Kiko Casilla. Imponente.
Tuvo el partido una salida ilusionante, con la primera ocasión en el minuto dos, un gol de Barrada bien anulado porque se ayudó de la mano.
Luis García estudió al Espanyol como si fuese un perito, al detalle, porque lo clavó. Presionó muy arriba, taponó a Baena y si alguien debía mover el balón que fuese Romaric. La táctica provocó dos desajustes defensivos seguidos y generó tales nervios en el Espanyol que Miku llevaba más balones robados a Raúl Rodríguez que el central a él.

Poco a poco el Espanyol se fue sacudiendo a un pegajoso Getafe. Ya entraban en juego Weiss, Uche, Coutinho y Thievy. El Espanyol tiene tanta velocidad que produce vértigo, aunque le faltó temple. Su mayor peligro llegó en lanzamientos de falta de Romaric y Weiss y una ocasión de Coutinho que salvó Moyá. Se esperaba con ilusión al brasileño, pero ayer sólo se vio su versión corta.
El Getafe siguió voluntarioso, con Güiza alborotando el área y a punto de marcar con un remate con el muslo tan espontáneo como él. El jerezanolo volvió a intentar cinco minutos después, esta vez con la zurda. De nuevo paró Casilla.
En realidad Casilla lo paró todo. Estuvo soberbio, como en la meritoria doble parada de la segunda parte en la que primero despejó por bajo un gran remate de Güiza, se levantó y le dio tiempo a sacar de la escuadra el cabezazo de Gavilán en el rechace. Casilla es un portero que marca territorio.
De ese casi 1-0 se pasó al 0-1, con un avispado Álvaro que agujereó la defensa azul al tirar mal el fuera de juego.
Los hombres de casta del Getafe salieron al rescate. El Cata hacía caños por la banda (inédito), Casquero ejercía de mariscal y Miku atropellaba. Así forzó el penalti del 1-1. Le robó el balón a Thievy y éste le agarró. Penalti claro. Gol justo.

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