
Ayer, por segunda vez en la temporada, Courtois apareció para salvar a su equipo. Ya lo hizo en Vigo, en la primera jornada, para salvar un cabezazo a bocajarro de Araújo con 0-1 en el marcador para los blancos, ya con sólo diez sobre el campo por la expulsión de Luka Modric. A partir de ahí, el Madrid creció y cerró el partido (1-3).
Parecía que ante el Levante no haría falta que el belga volviera a salvar a su equipo. El 3-0 al descanso y el alto nivel de juego mostrado por los blancos no hacían pensar en un desenlace ajustado. Pero en el Madrid las cosas nunca son como parecen. Encajaron los blancos en la primera llegada clara del Levante (Borja Mayoral) y a partir de ahí aparecieron los nervios. Cada balón colgado al área del Madrid olía a peligro, en especial después de que Sergio Ramos y Casemiro, sus dos mejores antiaéreos, dejaran el campo por estar mermados físicamente. Así llegó el 3-2 (Melero) y así pudo llegar el 3-3, un otro balón a la olla, en plena prolongación (minuto 92), en el que la defensa blanca permitió un comodísimo cabezazo sin oposición de Rubén Vezo. El remate llevaba potencia, pero no un exceso de colocación. Ello permitió que Courtois metiera una mano salvadora para su equipo, que, de haber encajado, apenas hubiera dispuesto de un par de minutos más para tratar de enmendar la situación.
Pero ese gol del Levante no llegó y al final los tres puntos fueron para el Madrid. Como en Vigo. Como porque, como ante el Celta, apareció la figura de Courtois para sumar puntos. Para ser ese portero diferencial que el Madrid fichó tras su exhibición en el Mundial de Rusia. Un guardameta que mete 'goles' con los guantes.
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